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Por qué nos cuesta cambiar

Si la mente racional quiere bajar unas libras, la mente emocional quiere que te comas esa pizza o ese dulce que tanto quieres. Si la mente racional quiere cambiar de empleo, la mente emocional ama la comodidad y la rutina. Conoces la historia ¿verdad? Aunque nuestro lado racional tenga claro que aspira a algo mejor, nuestro lado emocional e instintivo es perezoso y caprichoso, y prefiere la gratificación inmediata. Pero si bien esta tensión entre racionalidad y emoción es la dificultad más grande a la que nos enfrentamos a la hora de cambiar, hay una manera de hacer que estas dos polaridades trabajen en conjunto para ayudarnos a conquistar ese cambio que tanto queremos lograr. 

Por qué nos cuesta cambiar

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? ¿Por qué, aunque sabemos que queremos mejorar algo, y estamos decididos a hacerlo, se nos resisten tanto esos cambios? Los psicólogos Chip y Dan Heath, autores de Switch, plantean que el obstáculo principal es un conflicto intrínseco entre los dos sistemas que gobiernan nuestro cerebro y compiten constantemente por el control: la mente racional y la mente emocional. 

Si la mente racional quiere bajar unas libras, la mente emocional quiere que te comas esa pizza o ese dulce que tanto quieres. Si la mente racional quiere cambiar de empleo, la mente emocional ama la comodidad y la rutina. Conoces la historia ¿verdad? Aunque nuestro lado racional tenga claro que aspira a algo mejor, nuestro lado emocional e instintivo es perezoso y caprichoso, y prefiere la gratificación inmediata. Pero si bien esta tensión entre racionalidad y emoción es la dificultad más grande a la que nos enfrentamos a la hora de cambiar, hay una manera de hacer que estas dos polaridades trabajen en conjunto para ayudarnos a conquistar ese cambio que tanto queremos lograr. 

Un jinete y su montura 

En su libro Switch, los hermanos Heath establecen la siguiente analogía: la mente racional es un jinete que aporta planificación y dirección, mientras que la mente emocional es un elefante que aporta la energía para avanzar. Ambos, jinete y elefante, deben avanzar por un camino que es el entorno particular en el que se desarrolla nuestra vida. La clave para que el cambio se produzca sin depender únicamente del autocontrol, que es una energía cognitiva que se agota y no siempre está disponible, es lograr que el jinete no dé tantas vueltas en la cabeza, que el elefante se sienta motivado para avanzar en la dirección adecuada y que el camino esté lo más allanado posible. 

Cómo dirigir al jinete (la mente racional) 

Para contar con un jinete eficiente que sea capaz de dominar al elefante, este debe saber con absoluta claridad cuál es su destino y cómo tiene que hacer para llegar hasta él. Cuando el jinete no tiene una dirección específica y las opciones son demasiadas y ambiguas, se detendrá a analizarlo y caerá en la llamada parálisis por indecisión. El simple hecho de tener una opción adicional puede complicar el proceso de toma de decisiones y hacer que nos decidamos por seguir con el plan por defecto, que es todo aquello que has estado haciendo hasta ahora y que desearías cambiar.  

Por eso tienes que definir cuál es tu destino y tienes que hacerlo atractivo, preciso y super específico. No vale con decir quiero estar más sano: es muy genérico, no es un objetivo concreto, tendrás mil opciones entre las que elegir para estar más sano; esta falta de precisión hará que el jinete se sienta abrumado, se pierda en el análisis (empezando por, ¿qué significa estar sano, realmente?), no escogerá ninguna opción y seguirá haciendo lo mismo de siempre, simplemente porque no es capaz de escoger. 

Tienes que apuntar a un destino significativo mucho más preciso (ejemplos: ir al gimnasio los lunes, miércoles y viernes a las 7 de la tarde; cenar ensalada de lunes a viernes; meditar todos los días antes de desayunar…) y así, cuantas menos opciones le des a tu jinete más fácil le será tomar el control consciente de tu proceso de cambio. 

Aprender a dominar al elefante (la mente emocional) 

Al contrario que al jinete, al elefante no le interesan los análisis lógicos de las opciones que se le presentan. Todo lo contrario: es sensible e impulsivo, no quiere datos, planes o ejemplos, sino emociones positivas que le hagan sentirse motivado para avanzar hacia esa nueva dirección. 

Entonces ¿Cuál es la mejor forma de darle al elefante esas emociones positivas que necesita para movilizarse e invertir energía en ese cambio? Reducir la dimensión del cambio, es decir, convencer al elefante de que ya avanzó en el proceso de cambio y no está empezando de cero. Incluso, aunque pueda parecer extraño, al elefante le parece más motivador haber recorrido un trozo de un camino largo (aunque sean solo unos pasos) que encontrarse justo al principio de un camino corto. 

Al mismo tiempo, el elefante se ve enormemente motivado por lo que James March, experto de la universidad de Stanford, ha llamado el modelo de decisión de la identidad, en contraposición con el modelo de las consecuencias. Suena complicado, pero ahora lo explicamos. El modelo de las consecuencias sostiene que al tomar una decisión sopesamos los pros y los contras de nuestras opciones y elegimos la que maximiza nuestra satisfacción. Se trata de un modelo racional analítico, así que este modelo al elefante no le interesa mucho. Al elefante lo que le gusta es el modelo de identidad porque cuando hay que tomar una decisión no le interesa calcular los costes y beneficios, el elefante se queda con eso que está alineado con lo que cree que tú eres (identidad).  

Nuestra inspiración para el cambio procede de nuestro deseo de vivir de acuerdo con esa nueva identidad que hemos adoptado, ya que cuando el elefante se identifica con esa faceta que quiere ser, siente que ya ha recorrido parte del camino. Y la buena noticia es que las identidades se crean. De hecho, ¡lo hacemos todo el tiempo! Nadie nace con una identidad fija e inamovible, sino que vamos desarrollando nuestra identidad a medida que experimentamos nuevas vivencias y situaciones.  

La acción y la experimentación son clave, sin embargo, el elefante no siempre quiere moverse. A veces el elefante solo quiere acciones que signifiquen una victoria inmediata. Por eso es importante dar a nuestro elefante una sensación de progreso y gratificación instantánea fragmentando la tarea en pequeñas partes diminutas y reduciendo así la dimensión del cambio. 

Herramienta #6

La técnica 5 minutos en la habitación de rescate es un excelente ejemplo. Vas a la habitación más desordenada de tu casa y pones una alarma dentro de 5 minutos: es muy poco tiempo, así que el elefante no se va a quejar porque le parece una petición muy razonable. Te pones a ordenar y cuando suene la alarma a los 5 minutos te detienes con la conciencia tranquila. Le acabas de dar a tu elefante una pequeña victoria. Ahora siente orgullo por saber que avanzó y esa acción tan pequeña y fácil de ejecutar ya está construyendo la nueva identidad que te ayudará a seguir adelante.  

Allanar el camino 

Seguro que en algún momento de tu vida te ha tocado conducir muy rápido o estar en un carro donde el conductor iba muy rápido. Tal vez se trataba de una situación de emergencia, o quizá tuvieras mucha prisa porque no querías perder tu avión. Los demás conductores, al cruzarse contigo, posiblemente habrán visto justificado insultarte, pero tú no ibas rápido por una cuestión de carácter. No es que seas un imbécil o un temerario, sino que esa forma de conducir estaba motivada por la situación en la que te encontrabas. 

Lo que aparenta ser una persona problemática en realidad suele ser una situación problemática que esa persona está experimentando. Aunque solemos atribuir el comportamiento de las personas a su forma de ser en lugar de a la situación en la que se encuentran, lo cierto es que, por lo general, lo que parece un problema de carácter se puede corregir modificando el entorno. De este modo, cuando modificas el entorno el jinete deja de comportarse como un completo idiota, el elefante se motiva y el camino se allana.  

Además de este cambio en el entorno, otra buena forma de allanar el camino es crear buenos hábitos. Los hábitos son comportamientos automáticos que permiten que las acciones se produzcan sin que el jinete tenga que hacerse cargo. No olvidemos que la capacidad de autocontrol del jinete es limitada, así que lo ideal es que pueda tomar decisiones en piloto automático para no perderse en rodeos mentales, parálisis de decisión, o agotamiento. El hábito, al anticipar la decisión, le permite el jinete conservar su autocontrol y tomar buenas decisiones sin siquiera tener que detenerse a pensarlo. 

En resumen, apunta específicamente que quieres lograr, divide lo que quieres lograr en pequeños pasos que puedas lograr con facilidad y modifica tu entorno (con quien pasas tu tiempo, donde vives, donde trabajas, etc.) o desarrolla buenos hábitos para mejorar tu entorno.  

Te invitamos a leer el próximo artículo, que va dirigido a los hábitos, Cómo Crear Hábitos.  

Autor: J. Benito 

Edición: Astra 92 

 

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